Por: Toño Esquinca
Tanto en Noche Buena y Navidad, y todos los días hagamos una realidad aquello que nos reúne con nuestros familiares, seres queridos, amigos entrañables y todos los seres que son tan significativos para nuestra vida. Que no pasemos por altoque la ocasión para ser libres siempre se dará por medio del perdón y la reconciliación, no sólo con personas, sino con todos aquellos actos y omisiones que nos han lastimado, y que muchos, provienen de sí mismos.
Colecte toda esa carga amorosa y afirme que es un ser amado, por la vida, por Dios, por el Universo, por lo que sea en lo que usted crea, y créaselo. Si tiene escepticismo en el amor humano, vire la mirada hacia el amor Divino, hacia una fuerza suprema, y evoque el aprecio que esa inteligencia le imprimió para haberle traído a la vida. Recuerde que es el amor lo que pondrá el bálsamo sanador a sus heridas, principalmente aquellas que no comprende.
Después, como decía la gran Maestra de metafísica Conny Méndez: perdónese por lo mal que se sintió, por lo mal que lo pasó, por haberse dejado ir con el odio o con el resentimiento, perdónese a sí mismo.
Ubique el espacio del amor como el agua y el aceite: donde haya amor, no se puede mezclar el odio: usted elige. Vea a sus piedras de frente, reconózcalas:de qué tamaño son y el improperio que le causaron, no las esconda ni se apene de cargarlas, por el contrario, ubique su singularidad y reconozca por igual todo lo que aprendió por medio de ellas; eso le dará aire a lo que tenga guardado en lo más hondo.
En cuanto logre tener la visión completa de cómo es que esas heridas le hicieron más grande, más fuerte, más sabio o sabia, sabrá perdonar mejor. Atrévase a ponerle nombre a las cosas y si tiene algo que aclarar con quien aún esté vivo, no dude ni un segundo en que vale la pena hacerlo. Es muy liberador saber que uno hizo todo lo posible para salir del atolladero con alguien.
El perdón, más que a nadie, le otorga libertad a usted. No pierda de vista que uno de los motivos que nos convocan en estas fechas es celebrar la presencia del amor encarnado en la Tierra.
Finalmente, agradezca todo el perdón y la libertad que tengan que suceder en usted como un deseo concedido desde lo más alto, no como una plegaria para algún día, sino como una declaración de que el equilibrio, la armonía, la paz, el amor divino, la reconciliación, y la salud, son cualidades intrínsecas en usted. Hay infinidad de cosas que podemos regalar y regalarnos, pero dejar secar, sanar, fluir, y comprender aquello que nos hizo daño es, sin duda, una de las más grandes.
Con información de: www.publimetro.com.mx
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