SUPOSITORIO DIGITAL
Jesús Adrián Olague
A partir de este lunes 12 de octubre Ciudad Juárez vuelve al semáforo naranja de riesgo epidemiológico a consecuencia de la nueva ola de contagios de Covid-19 que generó la pandemia.
Las causas de este retroceso, que afectará a cientos de negocios y a miles de personas que perderán sus negocios, sus empleos o dejarán de ganar salarios completos, es muy simple: la gente se soltó el chongo y relajó las medidas de control preventivas porque dio por hecho que el peligro había pasado y que la normalidad regresaba.
Nada más lejos de la verdad, porque esa actitud de importamadrismo contagioso nos regresa a la restricción rigurosa de horarios y actividades esenciales, nos limita el uso de la vía pública y condena a muchos juarenses a la jodidez, en toda la extensión de la palabra.
Pero esa actitud de los juarenses tiene una razón de ser: la falta de un guía que muestre el camino correcto para enfrentar la pandemia y las opciones para salir mejor librados.
Y no hablamos de un médico ni de un científico de interés social como López Gatell, que a dos mil kilómetros de distancia recita mentiras sobre el curso de la pandemia en México, un día sí y otro también.
Hablamos del irresponsable e inepto alcalde Armando Cabada, que, en sus ansias y desvaríos por ser candidato a Gobernador de Chihuahua, se olvidó de la pandemia y se dedicó de tiempo completo a tejer alianzas en pos de su proyecto personal.
Juárez no tuvo en su alcalde un guía y mucho menos un líder que supiera orientar a los juarenses para que mantuvieran la prudencia y respetaran las disposiciones sanitarias.
Cuando entramos al semáforo amarillo el 31 de agosto, el soberbio alcalde presumió que las medidas adoptadas por su gobierno, como la fumigación (no sanitización) de calles con tractores, la entrega de mini despensas de 100 pesos y la estúpida sugerencia de que se impidiera el cruce de personas de El Paso a Juárez, (que nadie aprobó) habían sido efectivas para disminuir la curva de contagios y mortalidad.
Presumir esas acciones propagandísticas no tuvieron ningún impacto en contener la pandemia en Juárez, porque eran viles mentiras emprendidas al calor de sus desquiciadas aspiraciones.
La prueba está que solo duramos en amarillo 42 días y la nueva realidad nos devuelve al semáforo naranja, que restringe las actividades no esenciales y condena a la quiebra a los negocios formales y semi formales que aguantaron con muchos sacrificios el primer cierre.
¿Dónde estuvo la comunicación permanente que debió tener con la población a través de los medios masivos y redes sociales para concientizarla de respetar las medidas sanitarias?
¿Quién de su gabinete evaluó que las mediocres campañas de recomendaciones que se hicieron fueran respetadas por la ciudadanía?
¿Por qué los gandallas oficiales de tránsito no se ocuparon de vigilar que el servicio de transporte público de pasajeros cumpliera con las normas de limpieza estricta de las unidades, la distancia social y el uso de cubre bocas de todos los usuarios?
¿Porque la policía municipal no hizo cumplir esos protocolos sanitarios en el centro de la ciudad donde era común ver multitudes sin uso de cubre bocas ni guardando la distancia en los negocios?
Lo único que se le ocurrió al devaluado munícipe fue hacerse pasar por víctima del Covid-19 y suspender actividades de la burocracia municipal. Es decir, vacaciones pagadas a miles de burócratas y funcionarios mientras miles de juarenses se quedaron sin ingresos por el cierre de sus empleos.
Ahora, en esta segunda oleada de contagios y con los peores vaticinios para el comercio que no podrá aguantar la restricción de sus actividades, a Cabada lo único que se le ocurre (porque ciertamente su administración ha sido de 4 años de ocurrencias) es pedirle a la población disciplina para mantenerse a salvo del virus.
Disciplina no ha tenido para evitar los actos de corrupción que han beneficiado a su familia en Canal 44. Disciplina no ha tenido para desarrollar un plan de gobierno que alivie, no que solucione, las graves deficiencias de servicios públicos municipales. Disciplina es lo que le ha faltado a la policía para frenar los delitos al alza y los crímenes del narcomenudeo que se registran en la ciudad.
Disciplina quiere de los juarenses como si fuera el mesías que habla y todos lo escuchan y siguen.
Ahora estamos convencidos que, salvo sus gatos del círculo cerrado, nadie lo escucha y mucho menos lo sigue. La prueba está en que ya superamos la cifra de los 900 muertos y los 8,700 contagiados. Así las cosas, Armando.