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Las mucamas de Dios: tres mexicanas narran cómo fueron sometidas a explotación laboral por el Opus Dei

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Redacción Animal Político

Teresita tenía 15 años cuando ingresó al Instituto Tecnológico Yalbi en el estado de Tlaxcala. Era 1993, su hermana ya estaba dentro y ella aceptó seguir sus pasos en búsqueda de oportunidades para continuar sus estudios. Mercedes también tenía 15 cuando entró en la escuela Montefalco, en Morelos, pensando que podría estudiar el bachillerato. La invitó una vecina y ella aceptó porque, aunque soñaba ser contadora, le quedaba cerca de su familia a diferencia de otras opciones académicas. A Ofelia, que era trabajadora doméstica, su patrona la llevó a un centro de formación profesional en Ciudad de México cuando tenía 19 años. Las tres terminaron viviendo en casas del Opus Dei, trabajando sin descanso y sin pago como servicio doméstico de los miembros de élite de la organización más secreta de la Iglesia Católica.

Teresita, Mercedes y Ofelia son las tres primeras mexicanas que denuncian la explotación de mujeres pobres a manos de la “Obra de Dios”. A ellas las formaron para dar servicio doméstico profesional y después limpiaron y cocinaron durante años en sus residencias cerradas como “numerarias auxiliares” -así se las llama internamente-. Además, les hicieron comprometerse a una vida de castidad, pobreza y obediencia con la promesa de que así podrían “santificarse ante Dios”.

Estas primeras denuncias en México resultan iguales a los hechos que en Argentina se investigan como trata de personas para explotación laboral: la justicia formalizó una acusación tras demostrar que durante al menos 40 años existió un sistema de reclutamiento de mujeres de escasos recursos para educarlas y convertirlas en “sirvientas profesionales” y hacerlas trabajar sin recibir ninguna remuneración.

Para Teresita esa fue su vida durante 15 años, para Ofelia fueron 25 y para Mercedes fueron 30. Todas vivieron en distintas ciudades y residencias del Opus Dei en la República Mexicana.

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Este reportaje muestra que en México existen, al menos, seis escuelas de internado para niñas a partir de los 14 años de la Prelatura del Opus Dei, que comenzaron a funcionar en el país a finales de los años 50s.

El Colegio Montefalco, en el estado de Morelos, se inauguró dentro de la primera hacienda que la organización católica de origen español consiguió para su obra. Posteriormente, se multiplicaron las llamadas “escuelas de hotelería” en distintas ciudades del país, con distintas modalidades. Las principales son, además de Montefalco, el Centro de Formación Profesional Yaxkin; el Centro Educativo Jaltepec en Jalisco; el Instituto Cultural Toshi, en el Estado de México -actualmente llamado Ondare-, el Instituto Yalbi en Tlaxcala y El Pinar, en Coahuila.

Además, existen centros de formación en labores en una decena de ciudades donde es común que las mujeres de la Obra envíen a sus “criadas” y donde también se han captado a jovencitas. De acuerdo con la académica e investigadora de la UNAM, Virginia Ávila García, quien hizo un extenso trabajo de investigación sobre el papel de las mujeres en el Opus Dei en México, la institución ha establecido otras unidades de formación en hospitalidad y hotelería exclusivas para mujeres, como: el Centro Escolar Yaocalli y Centro Escolar el Paseo en la Ciudad de México, al igual que Alhucema y Escuela Oxtopulco, que fue cerrada en 2019. La Escuela Palmares, exclusiva para mujeres en Guadalajara, y la Escuela Técnica Jazlim, forman parte de las iniciativas de obras sociales de miembros del Opus Dei.

Respecto a las primeras denuncias públicas de exnumerarias auxiliares en México, las autoras solicitaron información y una postura oficial a la Oficina de Comunicación del Opus Dei en el país, que niega la existencia de condiciones de explotación, pero reconoce la existencia de distintas iniciativas educativas que “con el propósito de fomentar el desarrollo de las personas en diversos contextos y realidades del país, algunas se enfocaron, en sus inicios, en comunidades rurales” y “ofrecieron prácticas profesionales en el ámbito de la hospitalidad”. Algo similar respondió en Argentina, donde negó “categóricamente” los relatos de 43 mujeres denunciantes, a pesar de que la justicia federal de ese país presentó una acusación formal que da cuenta de que los hechos ocurrieron.

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