Nacional
Ahora el narco desaparece personas en fosas sépticas en Sinaloa

Por: La Redacción.
Culiacán, Sin., a 23 de mayo del 2025.- “Es la deshumanización”, dice María Isabel Cruz Bernal. Mira hacia una losa de concreto, la cual cubre una fosa séptica. La mañana del viernes 16 sacaron de ahí tres cuerpos. “A uno de ellos todavía se le veía la expresión de miedo, de dolor”, explica la madre buscadora.
Después de los preparativos reanudan la búsqueda. Han tenido cinco días consecutivos con resultados “positivos”; desde una falange a una osamenta o un fragmento de costilla y omóplatos. Restos óseos de seres humanos sumergidos en excrementos.
Es la nueva forma en que el crimen organizado desaparece personas, en esta guerra que tiene sumida a Sinaloa en una crisis generalizada.
Esto ocurre en Tacuichamona, sindicatura al suroriente de Culiacán. Este pueblo, como casi todo el territorio de la capital del estado, es una zona de silencio. Nadie ve nada y nadie oye nada, pero todo sucede ahí.
Son en total 13 losas en el complejo de fosas, cada una con capacidad de 3 mil 300 litros. En los cinco días de búsqueda han hallado restos humanos. Un camión “váctor” evacua el exceso de agua y lo drena sobre una planicie. Ahí, como gambusinos, dos hombres con un rastrillo buscan pedacitos de huesos.
Del otro lado, varias mujeres revisan el fondo del pozo. Hallaron un omóplato y una costilla. Los acomodan sobre uno de los trajes que utilizan para no contaminarse de heces. El color blanco de la prenda destaca lo ennegrecido de los huesos por la mierda. El olor es indescriptible, pero te acostumbras, explican las mujeres, todas con cubrebocas.
Las desapariciones forzadas escalaron otra vez en Sinaloa poco antes del inicio de la guerra entre Chapitos y Mayos. Al principio, las madres buscadoras se limitaron a pegar carteles y emitir fichas de búsqueda, pero los casos escalaron tanto que tuvieron que volver al campo, a pesar del peligro que significa por sí misma la actividad, incrementado con los constantes enfrentamientos en zonas enmontadas o agostaderos en las afueras de Culiacán.
“Cuando nos contaron de este punto no podíamos creer el testimonio”, advierte Isabel sobre la historia que está a punto de compartir. El sitio es un predio que pertenece al municipio, son instalaciones de la Junta de Agua Potable y Alcantarillado de Culiacán (Japac). El cárcamo da pie a una planta tratadora de aguas negras y ahí casi nadie se acerca. Casi nadie.
Isabel revela cómo un hombre hizo contacto con el colectivo de madres buscadoras Sabuesos Guerreras. Les explicó que en la fosa séptica de Tacuichamona hay cadáveres. ¿Cómo lo supo? Pues porque él estuvo flotando ahí, en aguas negras, explica la mujer.
En octubre, les contó, viajaba junto a otras cuatro personas a trabajar a Mazatlán en una obra de construcción. Sobre la carretera Internacional México 15, en Tacuichamona, se detuvieron en una tienda de conveniencia. Al salir los siguieron y metros adelante hombres armados los bajaron de la camioneta.
Después los llevaron a un predio. Isabel explica que el sobreviviente le reveló que les taparon los ojos, pero él tuvo idea del sitio donde estaban por los reductores de velocidad y porque conoce la zona. Los bajaron en la losa de concreto, los desnudaron y quemaron sus prendas para luego abrir fuego contra ellos. ¿El motivo? Estar en el lugar equivocado a la hora equivocada.
Los cuerpos fueron lanzados al interior de las losas que conforman la fosa séptica, que después taparon. Esta persona estuvo flotando en las heces casi durante 24 horas hasta que los hombres armados se marcharon. Cuando pudo salir, estaba oscuro y comenzó a caminar siguiendo las torres de energía eléctrica distribuidas en esa zona rural.
Finalmente llegó hasta Las Flores, comunidad perteneciente a Tacuichamona. Ahí le brindaron ayuda. Estaba desnudo, con costras de sangre en el cuello y cabeza por la herida de bala que de milagro no lo mató. Su cuerpo cubierto de mierda seca. Acudió a la Fiscalía General del Estado (FGE) a interponer denuncia. Pasaron los meses y nadie encontraba los cuerpos.
Luego, la buscadora Isabel recibió su llamada. “Yo sabía que íbamos a encontrar algo aquí, pero no lo puedo creer, esto es perder toda humanidad”, insiste. La madre buscadora explica que cuando dio aviso a la Fiscalía que realizaría esta búsqueda, la dependencia le comunicó que ellos ya habían acudido y el resultado era negativo y la información, falsa.
“Pero no, si hubieras escuchado al muchacho entenderías que no estaba mintiendo y entonces vinimos. En cuanto abrimos la primera fosa un cuerpo flotó y luego otro y otro”.
Al día siguiente volvieron con más personal y maquinaria. Desde entonces los pequeños fragmentos de huesos no han parado de brotar.
Con información de Proceso.

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